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Ío

El satélite de los volcanes

Con su aspecto de naranja podrida por su abundante contenido en azufre, Ío sorprendió a los científicos a finales de los años 70 del siglo pasado cuando las naves Voyager observaron volcanes en erupción sobre su superficie. Era la primera vez que se observaban volcanes activos fuera de la Tierra.

Ío, satélite de Júpiter
El satélite de Júpiter, Ío

Se supone que esta intensa actividad volcánica se origina por los efectos de marea gravitatoria que produce sobre Ío la cercana presencia de Europa y Ganímedes que llegan a perturbar su órbita mientras se encuentran próximos para después dejar que recupere su órbita natural por la atracción de Júpiter. Estas interacciones de marea provocan la deformación de la corteza de Ío con desniveles que llegan hasta los 100 metros. Son estas deformaciones continuas de la corteza lo que se transforma en energía térmica que activa los volcanes.

La superficie de Ío no presenta impactos meteoríticos; la intensa actividad volcánica ha borrado todas sus huellas, y hace que la superficie que observamos del satélite es relativamente reciente. Aunque la superficie es en general muy fría (del orden de los -143º C), las regiones eruptivas en las que existen lagos de lava tienen temperaturas que sobrepasan los 0º C.

Ío esta inmerso dentro de la magnetosfera y del cinturón de radiación de Júpiter. A medida que la magnetosfera rota, va arrancando material de su superficie que se distribuye alrededor de Júpiter en forma toroidal y brilla con luz ultravioleta. La caída de parte de este material en forma de electrones e iones sobre Ío provoca la aparición de auroras.

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